Las muelas del juicio, o terceros molares, comienzan a brotar alrededor de la adultez. Reciben el nombre por la concepción de madurez y sabiduría que se le atribuye a este periodo. A pesar de que se habla mucho de ellas no siempre disponemos de información veraz, por eso hemos recopilado esta información de mano de especialistas para garantizar saber cómo actuar ante este extendido fenómeno.
Terceros molares, cordales, muelas del juicio… Reciben diferentes nombres, pero a tantas personas terminan afectando del mismo modo; dolores en la zona de la boca que a menudo impiden dormir. Es un mal tan sumamente extendido que de hecho constituye la razón principal de visitas a las clínicas odontológicas. Aun así, también se da el caso de personas que nunca llegan a padecer ningún tipo de patologías o cuadros de dolor. Y de forma mucho más minoritaria también cabe mencionar que existen aquellas personas a las que ni siquiera llegan a desarrollar estas muelas.
Muchos se preguntan cuál es la supuesta función que esta pieza dental tiene en nuestro organismo, y para explicarlo hay que remontarse a los orígenes del ser humano: nuestros ancestros tenían no sólo una musculatura más amplia, sino también una cavidad bucal más desarrollada. Al disponer de un espacio más grande, utilizaban más dientes a la hora de ingerir alimentos. A lo largo de la evolución nuestras bocas se han reducido pero aún mantenemos el mismo número de piezas.
Las muelas del juicio no implican que deban extraerse
Mediante la masticación inherente a la ingesta de alimentos nuestros dientes sufren un desgaste gradual existente para todas las personas. El brote de los terceros molares empieza a ser efectivo ante los primeros signos de desgaste, ya que de alguna forma intenta suplir esa carencia que se forma. A pesar de ser ésa la razón por la que nuestro organismo mantiene la generación de los cordales, carecen parcialmente de utilidad puesto a que el tamaño de la cavidad es tan pequeño que no hay forma de que presten utilidad alguna.
Es por esto que ante cualquier signo de problemas con las muelas del juicio es recomendable extraerlas para así evitar posteriores infecciones potenciales que puede acarrear el brote dificultoso y no adecuado por falta de espacio en la encía.
Sin embargo, en el caso de que los terceros molares estén efectivamente erupcionando pero su espacio y dirección no interfiere con el resto de la dentadura, ni causa molestia ni dolor, el riesgo de infección es prácticamente inexistente. Siempre es prudente acudir a una cita con el dentista para controlar su evolución, pero en este caso no sería necesario practicar ninguna extracción quirúrgica.
Siempre es preferible evitar una operación
La extracción de las muelas del juicio implica un procedimiento y cirugía, y esto es un dato que no debemos olvidar. Es un proceso invasivo cuyo postoperatorio requiere de la ingesta de analgésicos para calmar el dolor y de antibióticos para prevenir cualquier tipo de infección generada tras la extracción, además de evitar ciertos tipos de alimentos que también puedan producir complicaciones. Por eso hay que desestimar la creencia popular de que siempre es recomendable extraerlas antes de llegar a los treinta años de edad – si no hay problemas no existe tal necesidad.
No se puede señalar que exista un patrón clínico preestablecido para todos los pacientes sin importar el estado del brote de muelas del juicio. Todo paciente ha de ser valorado individualmente por un especialista, que será en cualquier caso el que determinará si se ha de proceder a la extracción. Ni la presencia de los terceros molares siempre va a deformar la estructura de la mandíbula, ni siempre que se vayan a instalar los aparatos o brackets será necesario retirar las muelas del juicio de la cavidad bucal.
No hay que desestimar la utilidad de las muelas del juicio, puesto que en el caso de que se hayan desarrollado adecuadamente podrán cumplir un uso similar al del resto de los dientes. Por esto es importante consultar con un especialista y nunca llegar a conclusiones por cuenta propia.